
se fundó en el valle de Aburrá, descubierto por Jerónimo Luis Tejelo, compañero del conquistador español Jorge Robledo, en agosto de 1541. Vivían en esta región los aburraes, mandados por el cacique Niquío. Buenos agricultores y hábiles tejedores, estos nativos se dieron muerte en gran número a la llegada de los españoles, colgándose de los árboles, ante el espanto que infundió en su ánimo el exótico y misterioso aspecto de los capitanes y soldados europeos. La primera fundación la hizo Francisco Herrera Campusano, en 1616, con el nombre de San Lorenzo de Aburrá, en el sitio que hoy corresponde a la población denominada El Poblado. En 1649 el caserío se trasladó al sitio de Aná, hoy San Benito, consagrado en 1649 a Nuestra Señora de la Candelaria de Aná. El título de villa lo obtuvo en 1674 y su erección como tal se hizo en 1675, con el nombre de Medellín, como homenaje a Pedro Portocarrero y Luna, conde de M., a la sazón presidente del Consejo de Indias. En este mismo año se instaló el primer cabildo, presidido por Pedro de Celada Vélez.
Por real cédula del 31 mar. 1678 se le concedió escudo de armas, y el 21 ag. 1813 Juan del Corral, a la sazón su gobernante, le otorgó el título de ciudad, en gracia a la valiosa contribución de sus gentes en la lucha emancipadora. En abril de 1826, la capital de la provincia de Antioquia, que estaba en la ciudad de Santafé de Antioquia, fue trasladada a M. La ciudad es moderna. Entre los pocos monumentos coloniales que conserva está la antiguamente llamada ermita de la Vera Cruz de los Forasteros, cuya primera construcción se hizo en 1682, y la iglesia de La Candelaria, edificada en 1767. Entre los hijos más notables de M. figuran el presbítero Jorge Ramón de Posada, quizá el más esclarecido representante del clero patriota en el movimiento emancipador; José Félix de Restrepo, el magistrado probo por antonomasia, quien redactó y propuso la primera ley sobre libertad de los esclavos, presentada al Congreso de Cúcuta en 1821; Atanasio Girardot, quien ofrendó su vida en la cumbre de El Bárbula, en la ardorosa campaña libertadora de Venezuela; y Francisco Antonio Zea, insigne naturalista, prócer de la independencia.
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